No se si a los madrileños nos queda capacidad para soñar, pero un domingo al año, como en un sueño, pasa corriendo por la calle Álcala, por ese sitio donde todos se dedican a hacer fotos, un rebaño de ovejas, dejando tras de si, un rastro de cagarrutillas, que rapidamente es barrido, como los sueños, no dejan rastro.
Qué bonito dibujo. Por una vez lo que fue retoma su dominio, aunque de manera efímera. El olor, el sonido... son difíciles de reflejar, pero están ahí implícitos y los podemos imaginar.
ResponderEliminarSaludos
me ha encantado la reflexión, y el dibujo, por supuesto
ResponderEliminarCon tus dibujos hasta los no madrileños soñamos !
ResponderEliminargracias, y ya sabemos; dibujante que bala, dibujo que pierde
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