Cuando dibujas a alguien en el metro o en el tren, estableces un vínculo entre el que dibuja y el dibujado. Puede que el sujeto dibujado se dé cuenta o no. Pero ocurre a veces que hay un tercer personaje que no aparece en la escena y sin embargo está muy presente; el que está sentado a tu lado y no te quita ojo. Él o ella es quién observa pacientemente el progreso de tu dibujo. Su mirada va de tu cuaderno al sujeto dibujado y como si de un juez se tratara. Emite su veredicto gesticulando: arquea las cejas, aprieta los labios, se sujeta la barbilla…
La catársis se produce cuando el sujeto que está a tu lado le hace gestos al sujeto dibujado. Entonces es cuando me siento como el vértice de un triángulo. Menos mal que toda esta paranoia desaparece cuando cada uno se baja en su estación.
5 comentarios:
Muy buenos los retratos y que situación más curiosa, a mi me da un poco de corte dibujar a la gente en el metro, no se como se lo van a tomar...
Fernando tu ni caso; en el vértice, siempre en el vértice.
¡¡Fantástico!!.
Lo tuyo es un alarde de arrojo y afición, como los toreros.
Yo pinto algunas veces en el metro, pero siempre disimuladamente y desde lejos. Solo consigo contornos y figuras generales, nunca tanto detalle.
Dibujar en el metro es tremendamente tentador, por la cercanía de la gente, su inmovilidad, su ensimismamiento... Pero también tiene sus riesgos, como que te pillen y no les haga gracia, o reaccionen de manera insospechada!
Aún así considero que hay que intentarlo...
Gracias a tod@s. La verdad es que es el cercanías que los viajes duran más y puedes dedicarle "monográficos" a cualquier personaje que se te cruce.
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