De pequeño y para los gusanos de seda, era fundamental aprender a distinguir la morera de cualquier otro árbol. La pipera de al lado de casa cobraba una peseta por cada bolsita de hojas y mi presupuesto para gusanos de seda no resisitía tal gasto, mas de uno murió de ayuno proplongado. Aprendí a distinguir el árbol de la morera pero tenía dificultad para llegar a las hojas, solo lo conseguía a pedradas. Recuerdo gritos del tipo de... ¡Niño deja esas piedras que vas a matar a alguien!.
Este árbol hubiera sido mi delicia entonces, ahora es uno mas de una hilera en una calle de Tarancón. Espero que muchos niños lo puedan pelar a pedradas la primavera que viene.
Este árbol hubiera sido mi delicia entonces, ahora es uno mas de una hilera en una calle de Tarancón. Espero que muchos niños lo puedan pelar a pedradas la primavera que viene.
4 comentarios:
Mis alumnos también tiran piedras para coger hojas de morera. El año pasado me llenaron la clase de gusanos. Más monos... Muy buena la historia!
No se lo digáis a nadie, pero, como mis hijos son pequeños, el que va por ahí furtivamente asaltando moreras para los gusanos de seda soy yo.
Buen dibujo, Pedro.
Es curioso. Yo nunca tuve gusanos de seda, pero desde bien pequeño todos sabíamos de qué se alimentaban.
Un saludo, Pedro.
hasta el coche tiene un cierto aire nostalgico, como de hace unos años.
En mis tiempos recurriamos a los señores con bastón que nos bajaban las ramas. Lo de apedrear el árbol es un poco bruto ¿no?
Publicar un comentario