Las casas de muñecas eran quizás los juguetes más deseados por las niñas de mi generación. Un tesoro caro, solo al alcance de algunas afortunadas.
Cuando en el cole alguna comentaba que tenía una de estas casas, las demás mirábamos a la niña con una mezcla de envidia y deseo, le hacíamos la pelota esperando tener el honor de ser invitadas a jugar con ella alguna tarde.
En algún caso la casa se convertía más en el juguete de la madre, que en el de la hija. Las señoras iban poco a poco comprando accesorios, rellenando habitaciones con mueblecitos diminutos de diferentes estilos hasta tenerlas completas. Entonces invitaban a las amigas de su hija a merendar y enseñaban orgullosas la casa.
"Niñas, se puede mirar pero no tocar" ... Porque sabían la pelusa que nos revolvía a las demás al verla.
"Niñas, se puede mirar pero no tocar" ... Porque sabían la pelusa que nos revolvía a las demás al verla.
Luego, cuando crecí un poco, me pareció una solemne tontería esto de ir amueblando la casa de muñecas, porque no tenía nada de divertido ni
se podía jugar ni nada.
Así se lo hice ver a mi amiga Ruth, que tenía una. Y le sentó fatal el comentario. Tanto que me dejó de hablar una temporada. Además invitó a las demás a merendar para ver la casa y a mi no.
Así se lo hice ver a mi amiga Ruth, que tenía una. Y le sentó fatal el comentario. Tanto que me dejó de hablar una temporada. Además invitó a las demás a merendar para ver la casa y a mi no.
Sin embargo algo debe quedar de todo esto en mi cabeza porque ahora me llaman mucho la atención las casas ajenas que voy viendo aquí y allá. Tiendo a imaginarlas por dentro cuando solo puedo ver las fachadas. Pienso en la gente que vive en ellas, en lo que se puede ocultar detrás de esas ventanas y balcones...
Y cada vez me gusta más dibujarlas minuciosamente porque mientras lo hago pienso en cómo serán las habitaciones y juego a inventarme las vidas de la gente que las habita. Igual que hacía de pequeña jugando con la casa de muñecas de mi amiga Ruth.
Este verano he dibujado fachadas de viviendas en Madrid y en Paris.
Historias de gente diferente dentro de cada una de estas casas de muñecas de carne y hueso...
13 comentarios:
tremendo texto y tremendos dibujos!!
llenos de vida real!
Inma, me ha encantado El post, tanto los dibujos, como el texto. No se como lo haces pero siempre te superas. Un abrazo
Me encanta el estilo, muy Mingote, diría yo. Precioso y con personalidad.
Igual que mis compañeros precedentes ¡Enhorabuena por el texto y los dibujos! Nos muestran un "poquito" de ti.
Seguro que Ruth se lleva tol día cambiando el color de las cortinas, no como tú, que haces estos preciosísimos dibujos que nos dejan muertos. Al final le vas a tener que dar las gracias a su madre por animarte a usar la imaginación... ;)
Peazo entrada.
Impresionantes dibujos!!! No dejo de mirarlos
Tremendo Inma
Gracias a todos.
Ya decía yo que en esa cabeza tenía que haber algo más, que diera ttanta vida a unas ventanas. Bravísimo¡¡¡
Estoy con Clara, qué ventanas más animadas !!
Si, demasiado animadas, diría yo (casi que se les ha dao un aire)... ;D
Con qué arte e imaginación encajas recuerdos y sketches. Lo de París es increible !!
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