La ciudad en la que vivo es muy monumental: catedral gótica, decenas de iglesias, puertas de acceso, murallas... Pero me fui a fijar en este modesto garaje con ese penacho de cables eléctricos. Disfruto viendo fachadas de edificios corrientes, con sus sucesivos revocos desgastados por el tiempo o esos ladrillos antiguos y las maderas con los colores desvaídos.
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