¿A alguien le pasa que muchas veces lo que tiene más cerca es lo que menos conoce? Yo, en su momento, me sorprendí un montón cuando me contaron que Málaga está entre las ciudades con más art decó de España (bastante más que cuando leí que también es de las que tiene más canis por metro cuadrado), y algo similar me pasa con los alrededores. Al parecer ésto está plagado de restos de arte fenicio, romano, mozárabe y todo eso que tanto le gusta a las constructoras locales, y encima a menos de una hora de casa, así que de vez en cuando toca dejar el sofá y la Xbox y enfundarse las Chirucas para darse un garbeo por la naturaleza.
A estas alturas es cuando una se da cuenta de que igual lleva demasiado tiempo sin salir de excursión, sobre todo cuando nada más empezar la subida para el Santo de Pizarra, que está ahí, en lo alto del monte, sin meterse con nadie, en mitad de la cuesta llena de piedras y chinos puntiagudos, porque esto no es Escocia y lo de la hierba blandita va a ser que no, se le desintegran a una las suelas Gore-leches como cuando se echa una magdalena en el café. Y, por orgullo patria, se hace la subida y la bajada descalza, faltaba más (o, lo que es mucho más ridículo, con las botas sin suelas todavía puestas, en plan patuquito cutre).
No contenta con la aventura anterior, este año piqué una segunda vez, como no, en este caso para la Sierra de las Nieves. Después de comprobar el calzado dos veces, y feliz con el día soleado y el viento de componente sur-suroeste, esta vez me enfundé en unos shorts y una camiseta de manga corta que, como cualquiera que haya vivido dos semanas en Málaga -y vergüenza me da decir lo que yo llevo ya aquí- sabe perfectamente, fue el equivalente de ir al Polo en bikini en cuanto cambió el tiempo a eso de las 12 de la mañana. En este caso me traje de vuelta un dibujo de la fabulosa iglesia en piedra de Bobastro y un resfriado de los gordos, que me hizo compañía más de una semana.
El siguiente plan, por lo visto, es el Río Verde. Mejor ni os cuento lo que pasó la última vez que estuve, el hecho de que no tenga dibujos ya es significativo de por sí. Tal como siempre ha dicho mi madre, es un milagro que haya vivido tanto tiempo ...
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