Hay edificios que se resisten a
desaparecer y echan raíces en su emplazamiento a través de los
siglos. Un ejemplo que he descubierto
hace poco es la Mezquita del Cristo de la Luz en Toledo. Ya el nombre implica
una fusión musulmana y cristiana, sin embargo es aún más antiguo. Hay evidencias
arqueológicas que indican un asentamiento romano en este lugar. En el siglo
VII se construyó sobre
las ruinas romanas una iglesia visigoda, de la que ha quedado muy poco. Tras la conquista musulmana de la ciudad fue
remodelada para convertirla en la mezquita de Bab al-Mardum aproximadamente en
el año 999. Después de la toma de Toledo por Alfonso VI (1085) la remodelación de la obra la convirtió
en iglesia de nuevo aproximadamente en el año 1187. En ese momento se le añadió
el ábside, que es la muestra de arte mudéjar más antiguo de la que se tiene
constancia.
Está a la entrada de la ciudad
pegada a la Puerta del Sol y tiene un pequeño jardincito que es un refugio de
frescor en los calurosos días castellanos.
Existe una curiosa leyenda
asociada a este monumento, cuentan que cuando los ejércitos cristianos entraron
en la ciudad, el caballo del monarca cayó de rodillas al llegar a la altura de
mezquita, lugar que actualmente está
marcado con una piedra blanca en el pavimento. El rey intentó que el caballo
continuara su camino pero al resultar imposible se interpretó como un signo
divino. Al excavar en el interior del
edificio se encontró la imagen de un Cristo Crucificado junto a una lamparilla
de aceite que había permanecido encendida durante más de 300 años ya que en
este lugar los cristianos toledanos habrían escondido la imagen para evitar su
profanación por parte de los musulmanes durante su ocupación.
3 comentarios:
Precioso dibujo.
Gracias Enrique, Toledo es precioso!
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