martes, 14 de octubre de 2014

PRADO DEL REY: LA SAL DE LA VIDA

No hace demasiado, un pradense -aunque él me dijo que prefiere "pinchaúvas" como gentilicio- me comentó que un aladelta había aterrizado en sus dominios con aspecto de pájaro desorientado. Al caer en las tierras de Iptuci, el piloto -que al parecer venía de Málaga- le preguntó ¿dónde estoy?, a lo que el natural le respondió: en Prado del Rey...el piloto asustado dijo ¿¿¿en Madrid??? y de nuevo el pradense con una tranquilidad abrumadora le contestó: no hombre, en Cádiz.
En efecto, aunque este fantástico pueblo fue fundado por el mejor alcalde de Madrid, Carlos III, no pertenece a la megalópolis de San Isidro Labrador, sino que corresponde a la actual provincia de Cádiz, la gran provincia de Cádiz. Si bien, este pueblo gaditano no es donde se ubican los estudios de televisión española no debemos olvidar llevarnos una cámara, pues aunque no goza especialmente de multitud de monumentos antiguos debido a su reciente fundación; es un pueblo de película. Para el que no viva aún en la era digital, puede usar el cuaderno.

Castillo de Matrera, desde el cementerio de Pado del Rey. Aquí conocen al castillo como la Torre Pajarete. Aunque está prácticamente dentro del municipio de PRado del Rey, el castillo pertenece realmente a Villamartín, el municipio vecino.
 
Ara funeraria de Fabia Fabiana.
Este largo fin de semana lo hemos pasado algunos sketchers de la bahía de Cádiz en Prado del Rey. Aunque fuimos con idea de pasar un apacible fin de semana al calor de la lumbre, este sorprendente lugar nos exprimió hasta la última gota de energía, que se fue toda para el estómago, ¡Qué peshá de comer!

En Prado del Rey hay apenas seis mil habitantes, pero lo que importa no es la cantidad, sino la calidad; su gente, al igual que los fenicios que anduvieron por aquí, están acostumbrados al trato con el foráneo, tal es así que viven en el pueblo y sus alrededores medio centenar de inmigrantes, muchos de ellos del país de la cerveza. Desde el pueblo se pueden visitar otros lugares como Villamartín, el Bosque o Ubrique, en apenas diez o quince minutos de coche en diferentes direcciones. Si no sabéis a donde ir, seguid a las nubes, que por aquí abundan en estas fechas, y llenan de agua un río en otro tiempo molinero, el Majaceite.

Pertenece este municipio a la Sierra, y aunque no es un pueblo ubicado sobre una piedra, sus cuestas empinadas nos dicen que estamos en ascenso. Aún así, es increíble comenzar  la visita por un lugar que me recuerda profundamente a mi entorno, aun viviendo a ras del mar. Las salinas de Iptuci -antiguo nombre libio-fenice del enclave que por aquí existió hasta época de los árabes-. Los sketchers gaditanos ocupamos el lugar en el que un manantial llena de agua salada unas cuencas explotadas desde hace dos mil años.
Teniendo en cuenta la calidad de esta sal, no es de extrañar que la gente de este pueblo sea tan salada y que la comida sea tan sabrosa en cada uno de sus bares, que hay casi tantos como habitantes. Tres días aquí le han bastado a Prado para ganarse un hueco en mi lista de recomendaciones personales; esos sisitos buenos a los que solo se invitan a los colegas de verdad, ¡a Prado hay que venir!



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