jueves, 21 de septiembre de 2017

SICILIA, DIBUJANDO TRAS LAS HUELLAS DEL PADRINO. 13-20.9-2017

Aunque de este viaje más que una entrada de blog podría escribir un auténtico libro de aventuras, dejaré los cotilleos para otra ocasión. La adversidad se cernió sobre mis cuadernos desde el minuto uno cuando el vuelo fue cancelado, eso no impidió que a pesar de perder un día del viaje llegara a mi destino y me pusiera las pilas. Realmente Sicilia es para vivirla, da igual lo que os cuenten, debéis perderos por sus ciudades, playas y carreteras, encontraréis sorpresas muy gratas y temperaturas que oscilan de entre los 35 grados a mediados de septiembre en casi toda la superficie de la isla a los pocos grados sobre cero que se sufren sobre el ventoso Etna.


El puerto base del viaje fue la decadente ciudad de Catania, una ciudad teñida de ceniza y descuido, en la que encontramos un teatro romano brutal visitable en casi toda su plenitud, un odeón romano en las mismas condiciones y un castillo del siglo XIII de dimensiones salomónicas, el castillo de Ursino, todo eso salpicado de palacios gigantes, murallas portuarias, callejuelas llenas de ropa tendida y basura y un sinfín de rincones en los que viviréis más de una aventurilla.



De todas las vistas me quedo con las estupendas panorámica que la azotea que uno de mis alojamientos en la ciudad me ofrecía, un hostal gestionado por unos ancianos muy amables que me hicieron sentirme como en casa. Y es que Catania me recuerda en muchas cosas a Cádiz, y en general muchas de las cosas que ví en la isla. En cualquier caso nunca olvidaré la puesta de sol frente al Etna mientras me como una pizza y claro está, lo dibujo todo en mis cuadernos.



Pero si bien Catania fue el punto de origen y final, Taormina fue el lugar que robó mi corazón a primera vista, un pueblecito que recuerda al mismo tiempo a Ubrique y a Nerja, con sus plazas escondidas entre montañas donde señorean viejos campanarios y a la vez balcón al mar. Taormina cuenta con un teatro romano rematado en lontananza por las vistas del omnipresente Etna, aunque aquél día el teatro estaba disfrazado de teatro moderno con escenario y focos debido a la inminente llegada del Dalai Lama, que al día siguiente daba una conferencia. Además bajando con el funicular se llega a una playa de ensueño, la Reserva Natural de Isola Bella, el por qué de su nombre es más que obvio.



Desde el jardín de la ciudad no solo se entra en un trance de árboles, ensordecedores guacamayos o defiles nupciales, sino que como no, el balcón del jardín te permite ver la puesta de sol frente al Etna, y claro está, dibujar su silueta diluida por el cálido cielo.


Total, tanto ver el Etna que al final decidí subir a los 3.000 metros a los que se pueden llegar sin guía particular, pero allí el viento frío era algo brutal, un paisaje desolador en el que el color amarillo del azufre y el rojo del óxido de hierro solo encontraban competencia en las miles de mariquitas que había escondidas entre las oscuras y ennegrecidas rocas, ¿pero qué hacen esos pobres insectos allí?? imagino que servir de alimento a alguna de las arañas que vi escondidas entre la ceniza volcánica. Obviamente no pude dibujar en esas condiciones aunque más abajo se puede tomar el sol y comer frente al Cráter Silvestre, así que le hice un retratito.



Pero de todo todo lo que más me impactó fue Agrigento, y no solo porque su casco antiguo es absolutamente alucinante, sobre todo de noche, o por la Scala dei Turchi, una playa de otro planeta; sino por el valle de los Templos, en el que se puede pasear por la más impresionante muestra del paso de la cultura griega por la región, los templos. Todos tienen algo, pero los de Concordia y Giunone son los mejores. Yo fan de las columnas viejas que soy me dediqué a dibujar las ruinas del templo de los Dióscuros, el de Hércules y el de Concordia, lo demás no me dio tiempo, lo siento de verdad, no puedo olvidar la frustración que da cuando dependes de un reloj.

 Templo de Concordia con la moderna estatua de Icaro caído

Templo de los Dióscuros

Templo de Hércules
Como despedida y colofón dejé inmortalizados en mis páginas las imágenes más vistas de este viaje, el elefante que corona la plaza principal de Catania y una imagen de su Catedral de Sta. Agata al atardecer.


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