domingo, 1 de abril de 2012

La hora del planeta.

Ciertos cambios en la rutina producen una excitación incontenible en los niños. Así, cuando propuse apagar las luces y encender las velas para la hora del planeta -con su debida explicación- se armó una pequeña revolución en casa, idas y venidas con velas de agua, dónde está ahora el mechero, o las cerillas por dios, decoración de la mesa preparada para la cena, apagado escrupuloso de todos los cacharros electrónicos, desactivando incluso la lucecita roja del stand by, ¡pero mamá no contestes al teléfono, que gastas electricidad!... En fin, una fiesta que se prolongó más allá de la hora estipulada por votación popular infantil.


3 comentarios:

Juan María dijo...

...vaya lecturitas, solo te falto el eclesiastes.

Me gusta, parece una de esas pinturas flamencas con un cierto realismo mágico,(...flamencas, no se, vaya usted a saber)

Emily Nudd Mitchell dijo...

Fantastico contraste con pocos colores :) Me encanta el texto también, muy "equitable" como decimos en Francés, enhorabuena Patrizia!

Patrizia Torres dijo...

Juan Mª, las lecturas fueron un intento de explicación del significado de la semana santa, aquello tuvo su miga, es verdad. Probaremos con el eclesiastés el año que viene, jajaja !
Gracias Emily, aprovechaba los huecos que me dejaba la conversación sobre el fenómeno religioso para explicar a los niños de qué iba realmente el problema del consumismo excesivo.