Esta calle señorial llena de bares y restaurantes desemboca en la Plaza de Fefiñáns. Muy visitada todo el año y, especialmente, en verano, creo que alcanza su punto óptimo en estas vísperas estivales, por la luz, la demora de los viajeros privilegiados y por esa atmósfera de sosiego que se respira al atardecer.
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