Compartir aficiones con sus propios hijos es uno de los deseos que todo padre o madre anhela alcanzar. Lamentablemente no siempre ocurre, pero alguna vez cuela.
Cuando empecé a participar en los sketchcrawls malagueños, mi hija pequeña (8) me acompañaba a veces, pero mi hijo mayor (11) se negaba en rotundo porque lo último que le apetecía era estar sentado dibujando entre adultos aburridos en lugar de dar patadas a una pelota. El sábado pasado me los llevé a los dos o-bli-ga-to-ria-mente a la quedada de los "Urban Skaters" -que nos llama él- en el Museo Carmen Thyssen y apareció una periodista del Diario Sur para escribir un artículo sobre nuestra visita.
Y entre las preguntas de la simpática periodista, y la curiosidad habitual de los demás por echar ojeadas a los cuadernos ajenos, incluídos los de los niños, de repente mi hijo se puso a dibujar muy serio perdido por las escaleras del museo. Y mi hija, contagiada por el hermano, explicaba muy contenta a su padre lo bien que se lo había pasado con los "sketcholaris" en el museo.
Al día siguiente fueron los dos al colegio muy orgullosos con su artículo de periódico y los cuadernos bajo el brazo para enseñar a los compañeros de clase. A ver si no se les olvida para el próximo encuentro...
5 comentarios:
Mi hija Irene, de 10 años, vino conmigo al Sketchcrawl de enero en Las Palmas. Ella quiso venir. Y fue asombroso para mí ver su progreso a lo largo del día y como terminó dibujando totalmente concentrada en lo que veía, rodeada de adultos que hacíamos lo mismo que ella. Dibujar no tiene edad.
Felicidades¡. ¡Creando afición!.
¡Buenos dibujos!.
lo de llevar a los muchachos es complicado a veces, pero algo les va entrando de este vicio
ASí me gusta!! Fomentando el vicio desde pequeños... seguro que pronto van a ser unos enganchaos! ;)
Qué bonita crónica (y qué envidia, yo he perdido la esperanza!)
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