martes, 19 de marzo de 2013

Lo que la belleza esconde

Mientras dibujo me relajo entrando en un proceso de calma, realizo lo que yo llamo dibujoterapia, pienso en cada una de las líneas que voy trazando, tratando que para mi tengan sentido y me ayuden a poner la siguiente línea.
Voy pensando como lo pintare, si lo dejo sin color, la composición, incluso en documentarme de lo que dibujo si realmente veo que llama mucho mi atención. Durante el proceso de este dibujo me venían dos cosas a la cabeza, la belleza de la nave y la crueldad que debía haber tenido lugar dentro de ella.
Esta es la galera La Real, con la que Don Juan de Austria dirigió sus tropas en la batalla de Lepanto, aquella en la que un joven soldado a sueldo de 24 años llamado Cervantes acabó herido en un brazo, después de haber pedido luchar en los puestos de mas peligro para encontrar la muerte o la gloria posterior.
Las galeras eran barcos de guerra movidos por remos ya que no se podía dejar al azar la aparición del viento, ademas el azar debe ser mal aliado en la batalla. Conducían a reyes gloriosos, a capitanes necesitados de victorias y honor, a soldados entusiastas que desean clavar su bandera fuera de sus fronteras para hacerse con un trozo más grande de tierra. Pero la gloria es muchas veces la forma en que se esconde el sufrimiento.
Los galeotes era lo comúnmente llamado chusma, ellos eran los que movían los remos, se trataba de condenados por sentencia judicial o esclavos y cumplían sentencia atados a la cadena que los tenia bien sujetos a su banco correspondiente. En contadas ocasiones se les desataba, pero si se daba el caso, jamás se les quitaba el grillete. Incluso enfermos se les curaba en el mismo banco, y ante la muerte, allí mismo se cortaba la cadena y los lanzaban por la borda llevándose el grillete como recuerdo y dejando para el recuerdo la muerte cercana a sus compañeros de banco, que seguro miraban con envidia la paz alcanzada, pensando en lo que les quedaba por sufrir mientras les quedara algo de vida dentro.
Se decía que la vida del galeote era una vida propia del infierno, sin diferencias, aunque una era temporal y la otra era eterna.



7 comentarios:

Luis Ruiz dijo...

Reconozco que me he muerto de envidia, de la mala además, al saber que os ibais a dibujar al museo marítimo ;). Pero El dibujo es formidable, y más acompañado de esas reflexiones. Enhorabuena, Antonio.

Unknown dijo...

¡Impresionante dibujo y relato Antonio!Te superas cada día.

Rincón dijo...

Dos artes para llegar al interior del hombre, las letras y la pintura. Las dos las has manejado a la perfección.

shiembcn dijo...

Eres buena gente Luis, ni siquiera tu envidia puede ser mala.
Veo que el pensamiento es mutuo Fernando.
Gracias Alfredo, utilizare el animo que aportáis para que guié la tinta en próximos dibujos.

Patrizia Torres dijo...

Gran dibujo para una gran reflexión, Antonio.

Marisa Ortun dijo...

Una joya de dibujo y una lección de sensibilidad en el texto !!!!

Unknown dijo...

Qué trabajazo!