En un principio había pensado huir del tipismo, porque Barcelona es un sitio para experimentar, Bcn es ilustración, respirar el mismo atmósfera que Picasso -aunque un poco más contaminada- ayuda. Lo que en un principio se presentaba como un objetivo en mis premisas al final se convirtió en algo necesario, la lluvia los primeros días me dejó fuera de combate para dibujar en la calle, de modo que o te metes bajo techo o te comes los lápices. También me tuve que conformar, porque algunas de las postales típicas o bien estaban con su fachada tapada por andamios o bien se escondían de los flashes detrás de la foresta del Passeig de Gracia.
Uno de los techos más grandes que disfruté fue el del Palacio Nacional,
en la Plaza España. Este edificio de 1929 nos crubrió la coronilla a mí a
y a otro gran número de dibujantes que acudimos a una sesión de desnudo
al natural con toda una ramita de canela, con sus fibras marcadas y su
color tostado. Yo no sabía si ruborizarme ante tanta belleza porque el
edificio era realmente bello, y la modelo también. Lástima que mis
líneas no le hagan justicia, pero es que se retorcía como una anguila,
escorzos dignos de jugar al Twister.
A los dibujantes de esta actividad gratuita nos premiaron con una
pegatina que nos daba acceso libre al Museo de Arte Nacional, por lo que
a pesar que era hora de comer me lancé a aprovechar esta oportunidad
única de revivir; entre otras cosas pude tener la sensación de temer la
llegada del año mil; de volver a una época en la que el dibujo eran los
libros y estaban por las paredes de los edificios religiosos. Estos
graffiteros del arte románico han sido trasladados al MNAC, pero también
la escultura de bulto redondo más desconocida para muchos, la del
románico.
En la tienda del museo me preguntan por qué esa extraña costumbre de
poner un sello en el cuaderno, y es que ellos no saben que un sketcher
siempre quiere dejar fe de lo que hace, nosotros nos hacemos nuestros
souvenirs. Entre las oscuras salas románicas me parecía escuchar aún los
cánticos en un latín tardío de algún clérigo asustadizo. Estas cabezas
son del Maestro de Cabestany -uno de los escultores o escuelas más
reconocidos por su estilo personal e intransferible- allá por el s.XII.
Aunque no soy muy de dibujar objetos -cosa que desde hoy va a cambiar-,
estas cabezas me miraban al pasar así que les pagué con la misma moneda
mirándolas a los ojos. En cambio las vírgenes o Mares de Deu, son otra
cosa, eran todo simpatía con una sonrisa egineta y un hieratismo más
propio de los egipcios, parecía que te saludaban en voz baja.
Un bajón de azúcar total me hizo no dibujar más hasta próximas
instrucciones, pero pude seguir viendo salas de gótico, renacimiento,
barroco, numismática...
Los primeros domingos de cada mes BcN invita a sus visitantes a entrar a
los museos de manera totalmente gratuita y ya se sabe que en Cádiz nos
lanzaríamos al cráter de un volcán en erupción si fuera gratuito, así
que a las siete de la mañana en planta con el pincel cargado de agua y
como diría Joaquín Prat : A dibujarrr!!!
Hay en la Plaza del Rey, curioso lugar para ir un día antes de la
abdicación, un museo que supera con creces lo imaginable; se puede
recorrer la Barcino y Barcinona antiguas a patita bajo el suelo. Frente a
la oscuridad del subsuelo preferí dibujar estas simpáticas medusas que
me recuerdan a las caretas de carnaval tristes y alegres.
Para los más psicópatas y fetichistas, amantes del objeto al extremo, la
Historia, la Arqueología, la Sociología y yo que sé cuantas logias más
hay un museo único en su especie, toda una sorpresa de lugar en el que
dibujar objetos, estatuas, personas; su distribución y emplazamiento lo
convierten en una mezcla de amor por el gótico y por la modernidad, un
viaje al pasado y a lo vintage. Para aquellos que amen el coleccionismo
el Museu Frederic Mares es toda una delicia de infinitas posibilidades.
Y se hizo la luz, como si Moisés hubiera abierto las aguas, el sol
salió ese mismo domingo de museos, pero claro, enfrascado en la ardua
tarea de recorrerlos no había visto apenas un solo rayo del astro rey.
Aún temeroso por una jugarreta de la lluvia me tomé unas cervezas y me
armé de valor para ir a dibujar a cielo abierto y me situé cerca de mi
casa por si tuviera que huir como una estampida de ñus por una gota fría
que al pobre Sagar ya le ha destrozado toda una maravilla de cuaderno.
La Gran Vía de las Cortes Catalanas parecería infinita sino fuera porque casi nadie sabe donde empieza, pero sí donde acaba.
Precisamente en lo que para mí era el final del mundo conocido es donde
realicé estos dibujos, la Torre Agbar, que por la noche es rosa. El otro
dibujo es el resultado de ir con unas cervezas encima, la Monumental,
parece una mezquita andalusí, pero es una plaza de toros que se ha
quedado sin toros.
Esta cara se les habrá quedado a algunos de estos animales que ahora
están en paro y se han buscado un puesto como mimo en la Rambla de
Cataluña.
Este monumento pasa desapercibido por su pequeño tamaño, pero cuando me
senté a dibujarlo se convirtió en protagonista de la fiesta, no sé de
donde salieron tantos japoneses y tantos flashes, y es que la gente
pasa sin mirar, a veces hay que enseñarles a detenerse en los detalles,
que también son importantes.
El sol finalmente se convirtió en uno de los atractivos de la ciudad,
con lo que mi viaje pictórico tomó otro cariz y ahora me pude dedicar a
sentarme en la calle y en otros sitios de alto copete que ya os
comentaré, en lo venidero dejé de sufrir de la espalda dibujando de pié
para sentarme cómodamente en suelo, escalones y obras de mejora de la
vía pública, todo un lujo completado con las vistas desde uno de los
hoteles más glamourosos de la Via Laietana.
4 comentarios:
Pues a pesar de moverse cual anguila, le pillastes las poses a la perfección
jeje, me refiero a que sus escorzos son imposibles y retorcidos, pero se paraba en cada pose unos 7 u 8 minutos; gracias de todos modos alfredo!
Que buenos todos, me gusta la intensidad del color, la modelo te quedo muy bien!
qué pasada!
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