Quería hacer un regalo especial, lo mío es el cuaderno con que tenía que partir de ahí. Le encargué un desplegable a Choni. Lo recogí y sólo tenía esa mañana para dibujar. Eran ya las 12, si me lo pensaba mucho se me iba el tiempo. A las 14h había que estar en casa. Unos metros más allá del Estudio Ductus, el de Choni y Rubén, una vista espectacular del Pilar. Hay que irse un poco más allá, ¡Tanto Pilar!. El cuaderno de Choni fantástico pero kilométrico me agobiaba. Sólo se terciaba una panorámica, hasta que pueda. Abro el bolso y me he dejado mi estuche, sólo llevo: una cajita de acuarelas, lápiz, y el taco de posit que me acabo de comprar en el Tiger recordando el estupendo partido que le saca Clara Verón a ese taco de papel Kraft. Me dibujo de un tirón lo que veo hasta el puente, pero La Seo se me rebela y ...me salva el guiño a Lapin y el papel Kraft...me paro ante el puente para colorear y cuando acabo son las 14´10h. Me siento fustrada porque no he conseguido mi cometido. Tuve que volver al día siguiente y encajar El Pilar y el Puente de Piedra. Pero se puso a llover. Nada era como el día anterior, pero sentía que estaba inacabado sin las Torres del Pilar. Ningún truco mejor que ese para que la gente reconozca el resto del dibujo y lo que he pintado. El resto del cuaderno se lleno de palabras compartidas y corté un poquito para que la panorámica no se perdiera entre tanto blanco.
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