
Decidimos resolver lo poco que quedaba de tarde, adentrándonos en la noche, en la emblemática Placeta de Carvajales, mirador insólito de la Alambra, poco frecuentado, lo que da cierta tranquilidad.
Dicha placeta está a un nivel muy diferente de los miradores clásicos y por tanto la vista es singular para cualquier visitante, ya sea local o foráneo.
Para muchos granadinos es un lugar desconocido por lo recóndito de su acceso.

Sólo son 500 metros, pero en ellos se encuentran escenas de todos los gustos y colores antes de llegar al mirador:
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Ramón Carlos Válor |
- Gente bailando en Plaza nueva,
- Algún que otro pilar de agua fresquita (el del Toro y el de San Gregorio),
- Iglesias como la de Santa Ana, o la de San Gregorio,
- Teterías,
- Comercios con sus muestrarios callejeros,
- Tatuajes de henna,
- Cármenes con sus altísimos cipreces y no sigo pero son imágenes interminables.
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Pedro Villarrubia |
El recorrido es todo un ejemplo del Albayzín más concurrido, pero las calles aledañas nos permiten perdernos por el Albayzin más recóndito y solitario (o casi) y disfrutar de imágenes insólitas y de perspectivas callejeras inauditas... aunque al público general pasan inadvertidas.
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En realidad nuestro objetivo fue ir directamente a la Placeta de Carvajales, para lo que tuvimos que resistirnos como héroes a no pararnos a dibujar algo más de lo que nos invadía los sentidos.
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Ramón Carlos Válor |
Una vez que llegamos a la placeta destino, también necesitamos un buen rato para digerir las imágenes que allí nos abrumaban y conquistaban.
La tarde llegaba a su fin y las imágenes que se sucedían al caer el sol nos inspiraban infinítamente.
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Ramón Carlos Válor |
Durante el resto de la tarde el sol fue decayendo y la luna creciendo lo que provocaba nuevas perspectivas para unos USK experimentados en analizar el entorno, pero el tiempo es limitado y el lugar se merece muchas más visitas.
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Rocío Sánchez Alcaide |
Al final de la tarde, ya noche, sólo quedaba buscar refugio en alguna de las muchas terrazas que hay en las intrincadas placetas del Albayzín para intercambiar los últimos dibujos, retratos de los colegas, si es posible, y cerrar la jornada con alguna refrescante bebida y una conversación amena sobre las vivencias experimentadas en la jornada... y más allá.
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