Mostrando entradas con la etiqueta selva negra. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta selva negra. Mostrar todas las entradas

lunes, 14 de agosto de 2017

DE RUTA POR LA SELVA NEGRA

Aprovechando que me encuentro instalado en Freiburg y que casi puedo subirme a los más altos árboles de la Selva Negra saltando de abeto en abeto desde los parques de la ciudad, este finde me he dado una vueltecita por el corazón de esta masa verde. Entre los árboles emergen castillos en ruinas y restaurantes rurales de gran categoría, por eso es de justicia comenzar a mostrar los dibujos empezando con uno hecho en uno de esos restaurantes, el Schwenkenhof. Este se encuentra en el municipio de Schiltach, perdido entre sus alturas. Tuve que parar de dibujar para comerme una de las mayores delicias que ha inventado el hombre: el Strammer max.


Si en vez de foresta prefieres una acogedora plaza típica, Schiltach también ofrece la posibilidad de, entre otras cosas, comerte un buen Schnitzel en el Sonne, sitio con solera.



Con tanta comida conviene hacer un poco de ejercicio, cogerse el coche e irse a Lahr, para subirse caminando al castillo de Hohengeroldseck.





martes, 14 de febrero de 2017

LAS BICICLETAS NO SON SOLO PARA EL VERANO


En la ciudad alemana de Freiburg im Breisgau la bicicleta es un estilo de vida e inunda el paisaje urbano. Multitud de estos veloces medio de transporte ocupan plazas, calles, esquinas...





lunes, 25 de julio de 2016

EL VERANO EN LA SELVA NEGRA



Mi cuaderno de viaje y algunas de las cosas que me impactaron


En verano Alemania nos muestra su mejor cara. En la Selva Negra el invierno es cerrado, frío y hemos de buscar en el interior de las casas buscando el calor de la lumbre y de un buen plato de Gulasch, El verano, en cambio, es sorprendente; la nieve del invierno deja paso a un sinfín de cursos de agua limpia que refrescan unos campos verdes como las esmeraldas. 


Castillo de Schenkenburg, diciembre 2015.

La vegetación parece no acabarse nunca pero en ocasiones es interrumpida por serrerías y sus pilas de troncos, por castillos, por viejas esclusas en las que los balseros preparaban uno de los viajes más temerarios que el hombre ha hecho nunca a través del continente y sobre todo por una arquitectura típica que en Schiltach y Gutach encuentra sus máxima expresión.
Plaza principal de Schiltach y su Ayuntamiento. diciembre 2015.





Debido a mi sangre gaditana tiendo a comparar todo lo que veo con los sitios de mi provincia; a pesar de ello me cuesta comparar a Schiltachcon alguno de los pueblos de la sierra de Cádiz, si bien tiene toques de cada uno de ellos: gente buena, jóvenes que tienen ganas de trabajar y de vivir, casas bellisimas, confort, unas cuestas que se las traen y una comida buena buena buena.
En este pueblo los edificios protagonistas son su mesón, su ayuntamiento y su vieja farmacia; pero no nos equivoquemos, el pueblo es mucho más, aquí también podemos satisfacer nuestras necesidades culturales, espirituales y pegarnos un homenaje a la hora del café. 







En verano podemos visitar espacios al aire libre; complejos enfocados al turismo de ocio y aventura, museos de cultura popular y hasta un centro de cuidado de osos y  lobos. Los amantes de los animales no deben olvidar preguntar por el Bärenpark, donde se acogen a osos que han tenido una vida dura y también a algunos lobos; aquí podemos dibujar a los animales vivos y coleando.

Si vamos a uno de los mejores lugares de comida casera -elSchwenkenhof- veremos otro de los animales típicos de la selva negra, el urogallo o Auerhahn, este pobre estaba disecado. 
Ya en el cercano pueblo de Gutach podemos visitar elFreilichtmuseum Vogtsbauernhof; en él se han reunido granjas, casas rurales, capillas y espacios de trabajo típicos de la Selva Negra. Algunos de estos edificios data del siglo XVII.


Gutach es conocido, entre otras cosas, por ser una de las cunas de los típicos sombreros de pompones o Bollenhut; las bolas rojas indicaban que su portadora era aún una mocita casadera. 
Aquí descubrí que los molinos de la zona tenían un elemento muy peculiar, losKleiekotzer vomitadores de salvado; por ellos salía la cáscara del grano molido. Tras tres duras jornadas de comer y beber, de beber y comer, yo me sentía casi como una de estas máscaras vomitadoras... pero volveré -y a Cádiz también-.
Kleiekotzer

lunes, 11 de enero de 2016

YA VIENEN LOS REYES MAGOS...

     Si le llaman selva negra es por el color que describen las frondas de sus árboles, pero este bosque tiene poco de oscuro; el 25 de diciembre el sol brillaba en Alemania. En el corazón de esta selva pude sentir sus pulsaciones; en Schiltach im Schwarzwald. Aquí los cuentos de los Hermanos Grimm cobran sentido en medio de paisajes de cuento y de castillos tomados por los cuervos.



     Tan solo cuatro días más tarde, y al más puro estilo Odiseo, me embarqué en la ardua aventura de cruzar Alemania y España por los precios más módicos del mercado. Crucé un antiquísimo río con nombre de tono telefónico, el Rin -Rhein-, pasé por la ciudad de la Aspirina -Leverkusen- y llegué a la ciudad donde se rueda Alerta CobraDüsseldorf-, donde tomé el avión para España. El 29 de diciembre besaba el suelo andaluz al más puro estilo papal, aquí todo seguía como lo había dejado.


     El viaje quedó marcado por algo de lo que no pude escapar, y es que en este periplo todo estaba relacionado con losReyes Magos







El 3 de enero visitamos Higuera de la Sierra (Huelva), cuna de la segunda Cabalgata de Reyes más antigua de España y la más antigua de Andalucía, donde es Fiesta de Interés Turístico y oficialmente un bien patrimonial. Aquí visitamos el museo de la Cabalgata y el taller donde la construyen pero también de paso el museo del Martes Santo, destilería que lleva desde 1870 produciendo deliciosos licores.

Bajo los efluvios del licor me atreví por fin a dibujar cara a cara a algunos de los grandes.

     Además de visitar a los Reyes Magos pasé por la tierra de los reyes moros,Córdoba. Dos días ciclotímicos donde las nubes y el sol se peleaban por imponer su hegemonía; todo quedó en tablas y de paso mi coche quedó muy limpio.

     Pero como digo, los Reyes Magos siguieron protagonizando mi viaje, no podía ser de otra manera y el 6 de enero lo pasé en Cádiz. Aquí el rey mago salió de un mar de nata eximiéndonos del pago del delicioso Roscón.


     Poco faltaba ya para el desenlace de un viaje que terminaba tumbado junto al busto de otro rey, el inventor de la comparsa -Paco Alba- y en unas arenas que no son las de un desierto belenítico, sino las de la Playa de la Caleta. De vuelta en Alemania bajaba por la orilla del Rin, esta vez en tren. Entresueños abrí los ojos cuando escuché una voz que decía Köln -Colonia- y tras los cristales del techo de su soberbia estación pude dilucidar algo; su catedral. ¿Sabéis qué? Aquí se encuentra el relicario con los huesos de los Reyes Magos, ¿casualidad?